Con una Eucaristía en la Capilla Naval Sagrada Familia, presidida por el Administrador Diocesano de Concepción, Monseñor Bernardo Álvarez, junto al Capellán de la Base Naval, Padre Rafael Providell, se dio inicio a la celebración de las Glorias Navales, la mañana del martes 21 de mayo, en que se conmemoraron los 145 años del Combate Naval de Iquique y Punta Gruesa.
En su homilía, Monseñor Álvarez hizo alusión al Evangelio según San Juan, donde Jesús nos invita a participar de un amor hasta el extremo, y afirmó que “los grandes hombres y mujeres, a lo largo de la historia del mundo y de nuestra patria, han podido profundizar en este estilo de amor”.
“La característica esencial de un amor hasta el extremo es que es un amor que sale de sí mismo, buscando el bien mayor, buscando el bien universal, y desestimando el amor propio o por los intereses particulares. Pienso que mirando a Jesús, mirando a los grandes hombres y mujeres de la historia, mirando a Prat y sus compañeros, podemos nosotros aprender este estilo de amor”, destacó.
En ese contexto, sostuvo que hoy, luego de 145 años, una vez más rememoramos a Prat, su gesta y la de sus compañeros, “porque han podido participar de un amor diferente, un amor que trasciende las generaciones y que, en ese sentido, es un amor que da y ha dado fruto, y lo seguirá dando hasta el fin de los tiempos”.
Monseñor Bernardo Álvarez enfatizó que “un amor hasta el extremo es ese amor, justamente, que da fruto y es un fruto que es duradero” y agregó que “el amor de Prat fue manifestado por el amor a su familia, por el amor a Dios y por el amor a nuestra patria. Sabemos bien que supo cultivar ese sentimiento de amor a la patria, un amor que es necesario, sobre todo en los tiempos que hoy nos toca vivir. Estos tiempos de nuestro país, de nuestra sociedad y nuestro mundo, de algún modo son un navegar por aguas turbulentas. Un amor verdadero a la patria es fundamental para poder navegar y, como ha dicho en varias ocasiones el Papa Francisco, estamos todos invitados a embarcarnos juntos. Muchas veces, desde nuestras perspectivas que pueden ser diferentes, pero procurando un amor común”.
Finalmente, llamó a “contemplar el corazón de Prat, un corazón traspasado por un amor hasta el extremo, un amor que ha dado fruto y es trascendente, un amor que nos invita a amar profundamente a nuestra patria, a cultivarla como libre y soberana, a esforzarnos por cultivar un hogar común y eso implica saber navegar (…) Aprendamos de Prat, aprendamos de esta gesta, aprendamos de este amor tan necesario para poder navegar en los tiempos que hoy tanto Chile como la sociedad y el mundo nos invitan a vivir”.
Luego de la Santa Misa se realizó el tradicional desfile en la Avenida Almirante Villarroel y a las 12:10 horas resonaron los repiques de la campana en el Huáscar y la salva mayor. Tras lo cual, las autoridades presentes depositaron ofrendas florales en honor a los héroes de Iquique y Punta Gruesa.
