Hermana Francisca Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz: “Me siento feliz de ser Carmelita”

Publicado el: 14 Junio, 2022

Mi nombre es Agustina Medina Muñoz.  Desde que soy Carmelita Descalza me llamo hermana Francisca Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz.  Dicen que tengo 99 años.  Me cuesta creerlo.  Se me ha pasado tan pronto la vida.  Pero es verdad, nací el 23 de marzo de 1923.  Mis padres fueron Domingo Medina y Ester Muñoz.  Soy la primera de ocho hijos: Agustina (yo), Domingo, Adriana, Rafael, Manuel, Rosa, Eliana y Juanito.  Mi abuelita Asunción vivió siempre con nosotros y fue parte de la familia.  Fue una de las personas más importantes de mi vida.  Su cariño, su piedad a la Santísima Virgen me sirvieron siempre de guía en mi vida.  Sentí mucho su partida, pero me consolé con la fe en que algún día volvería a verla.

Mi familia fue muy determinante en mi vocación.  Mi padre era un hombre de oración, no sólo iba a Misa, yo le veía rezar.  El rezo del Rosario en familia para mí era algo cotidiano.  La Santísima Virgen ocupaba un lugar privilegiado en mi familia, Ella era la dueña de casa, la Reina del hogar.

A pesar de que no nos faltaron dificultades en la vida, cuando se tiene fe, todo se vive de otra manera, incluso el sufrimiento encuentra su sentido.  Todo esto lo aprendí en mi familia. 

Desde pequeña tuve contacto con la espiritualidad carmelitana. Primero, a través del Padre Avertano, Carmelita Descalzo que conoció a Teresa de Los Andes.  En mi casa le decíamos cariñosamente “el viejo”.   Solía ir a visitarnos y almorzar en mi casa, conocía a mi mamá desde muy joven.  Fue su director espiritual, como se acostumbraba a decir en ese entonces. 

Y también en la lectura de “Historia de un alma” de Santa Teresa del Niño Jesús, Carmelita Descalza francesa que en mi tiempo era mundialmente conocida.  Fue mi padre que, viendo mi afición a la lectura (que era mucha), me dio a leerla en francés.  Fue leyendo a Teresita que aprendí el idioma que hasta hoy puedo leer y hablar. Y fue bajo el influjo de sus escritos que me sentí impulsada a entrar en el Carmelo.

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