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Monseñor Bernardo Álvarez celebra misa de 51 aniversario de Parroquia Cristo Salvador

Publicado el: 17 Agosto, 2023

La Parroquia Cristo Salvador de Talcahuano celebró su aniversario número 51 con una Eucaristía presidida por el Obispo Auxiliar de Concepción, Monseñor Bernardo Álvarez, junto al Párroco de la comunidad, Padre Luis Morales, este martes 15 de agosto, Solemnidad de la Asunción de la Virgen María. 

En su homilía, Monseñor Bernardo recordó que si bien este dogma fue declarado por el Papa Pío XII, es una verdad de fe que se creía ya desde las primeras comunidades cristianas: “De hecho existe una hermosa tradición en la Iglesia Católica de rito oriental, donde este dogma mismo de la Asunción de la Virgen se expresa con una imagen y un concepto que es la dormición de María. O sea, que ella se duerme y es en ese contexto que Dios la lleva al cielo”. 

“Celebrar hoy día a María Santísima como imagen de la Iglesia, que es lo que nos proponía la primera lectura tomada del Libro del Apocalipsis, es recordar el sentido propio de la comunidad de la Iglesia. Cada uno de nosotros, así como en Cristo Jesús que ascendió a los cielos, en María Santísima que fue asunta a los cielos, nosotros, de igual modo, como imagen de la mujer del Apocalipsis esperamos ciertamente triunfar sobre el espíritu del mal, de este mundo, y participar de la gloria del cielo”, afirmó. 

En ese contexto, Monseñor Bernardo dijo que “es un día muy bonito en cuanto a que como comunidad Cristo Salvador hacemos una mirada agradecida en estos 51 años en los cuales se ha constituido esta comunidad (…) aunque ya mucho tiempo antes había comunidad. En este sector hubo personas creyentes que participaron de la génesis de esta comunidad viva. Y celebrar este acto de bendición o de fundación propiamente de la comunidad nos ayuda mucho en términos de pensar que somos una comunidad peregrina que ciertamente lleva 51 años de vida, pero mucho más aún, y que se orienta cada vez más -y ese es el sentido también de esta solemnidad- hacia la patria definitiva, hacia la Jerusalén del cielo”. 

Además, señaló que “nuestros templos son signos visibles de una comunidad viva, pero junto con ello, además de ser signo para la comunidad en general, para la población, también los templos -como signos visibles de comunidad viva- son, de algún modo, signos visibles de la orientación definitiva hacia la cual nosotros nos dirigimos día tras día. Es decir, esa comunión que ya por la fe, por la vida sacramental y por la vida de comunidad podemos vivir hoy con Dios, pero que está llamada a ser plena luego en el cielo”. 

“Pensar esto es de gran importancia, porque la vida de la fe, además de hacernos participar de la revelación de Dios, es un modo de vivir. Y un modo de vivir significa un reconocimiento de nuestro origen. Es decir, de dónde o más bien de quién provenimos, hemos venido de Dios, Dios nos comunica su buena noticia, la revelación, que igual la acogemos con fe para el presente. Pero, a su vez, la fe nos permite junto con la esperanza y la caridad, mirar hacia el fin, en una sociedad en la cual lamentablemente cuesta mirar hacia el fin último de nuestra existencia, hacia el fin de nuestra comunidad que es la comunión plena con Dios en el cielo”, destacó. 

Monseñor Bernardo expresó que tener nuestra mirada puesta en Dios no nos exime de hacernos responsables de las realidades de este mundo. Y, haciendo alusión a una imagen de la primera era cristiana, señaló que esa mirada sobrenatural es como un ancla: Lanzar hacia el cielo y desde ahí nosotros como comunidad de creyentes, muy arraigados en Dios, ir poco a poco avanzando con esta esperanza cierta de cielo

En relación al relato del Evangelio de San Lucas, en que la Virgen María visita a su prima Santa Isabel, comentó que “es lo propio del ministerio de la Santísima Virgen María, aquella que acoge a Jesucristo en el seno de su corazón, en su alma, en su vientre santísimo, pero no se queda con esa alegría y esa esperanza para ella, sino que se pone siempre en camino y al servicio. Como manifestando el sentido de María como imagen de la Iglesia, ella no se queda ensimismada, sino que se pone en camino, es la Virgen peregrina que lleva la buena noticia de Cristo, del Reino de Dios en su seno y se pone a servir a la humanidad, en esta imagen también de Isabel -imagen de la humanidad y del Antiguo Testamento-, contar a lo antiguo que ha llegado lo nuevo, contar a lo que ha pasado que hay razones ciertas por las cuales esperar”.

“Por eso es muy hermoso que nosotros también y más aún ustedes que celebran en este mismo día su bendición de comunidad, ser una comunidad peregrina, ser una comunidad que se pone en camino, que no se queda ensimismada por las causas de alegría que ciertamente muchos podemos tener, sino que con Cristo y en Cristo nos ponemos en camino en la historia, en la vida, en nuestro propio territorio, para ser anunciadores de la Buena Noticia de Jesús”, enfatizó. 

El Obispo Auxiliar de Concepción advirtió que en el último tiempo hay una tendencia de los cristianos a ensimismarse y encerrarse, afectados tanto por la pandemia como por la crisis eclesial, y llamó a no aceptar esto, porque “con todo lo difícil que pudiera ser hoy día la evangelización, tenemos razones para ir afuera, para ir al mundo con María, tenemos razones para ponernos en camino, tenemos razones para ir a contarles a otros lo bueno que hemos vivido, lo que hemos reconocido, sobre todo Cristo. En verdad el primer movimiento de evangelización no puede ser otro que la alegría del encuentro personal con Jesucristo. Y eso es lo que le pasó a la Virgen María, ella lo recibió, lo acogió, le dijo que sí a la acción de Dios y luego de esa alegría, va y se pone en camino”.  

En ese contexto, invitó a la comunidad a pensar en esto, “pero sobre todo a desafiarnos, a no ser una comunidad ensimismada o encerrada en sí, sino que con María y con la Buena Noticia -que está en el corazón, que está en el seno, que está en la vida- poder ir y ponernos en camino para contarsela a otro, porque eso es lo que hizo la Virgen”. 

Monseñor Bernardo Álvarez destacó la alegría con que Santa Isabel recibió a la Virgen María y  sostuvo que “nos muestra que nunca es tarde para poder esperar la novedad que trae Dios. A veces nos pasa que uno dice ya pasó mi tiempo o ya hice lo que tenía que hacer, como que ya no tengo nada por qué esperar (…) Pero Isabel nos dice que siempre, incluso cuando a veces pensamos que somos estériles, que no hay por qué esperar o porque ya se nos pasó la vida, Dios puede irrumpir en nuestra vida con lo nuevo. Así que este es un mensaje para quienes piensan que uno en la vida cristiana se puede jubilar, la verdad es que no es así: uno no se puede jubilar de la vida cristiana, siempre hay algo por lo cual esperar, en cuanto a la acción de Dios, y luego recibiendola, siempre hay algo por lo cual trabajar, algo por lo cual lanzarse a la misión”

En ese sentido, invitó a la comunidad “a no pensar que uno se jubila en la vida de la fe, sino que siempre tenemos que estar atentos, porque Dios puede hacer obras nuevas, obras grandes y cosas que a veces uno ni siquiera pudiera esperar o imaginar, pero Dios puede obrar”.

Finalmente, recalcó que el gran cántico de la Santísima Virgen María es que Dios es fiel a sus promesas, “y yo diría que eso también debería ser para ustedes hoy, al cumplir 51 años. Creo que esta misa de acción de gracias también tiene ese sentido, cantar las alegrías del Señor, pero sobre todo porque Dios ha sido fiel a sus promesas y estoy seguro de que todos y cada uno de ustedes, las generaciones más jóvenes, pero también quienes fueron testigos del origen de esta comunidad, pueden dar testimonio de esto, cada uno de ustedes podría hacer su propio cántico, cantando las alegrías de Dios, pero por sobre todo, cantando la fidelidad de Dios en sus promesas”. 

Al término de la Santa Misa fue presentado un video preparado por el Equipo de Liturgia como regalo a la comunidad y luego se realizó un compartir fraterno. 

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