El Obispo Auxiliar de Concepción y Vicario Episcopal de Arauco, Monseñor Oscar García, presidió la Vigilia Pascual la tarde de este sábado 8 de abril en la Capilla Padre Alberto Hurtado de San José de Colico y luego en la Parroquia San José de Curanilahue.
En su homilía, a la luz del texto del Evangelio según San Mateo, Monseñor Oscar afirmó que “se cumple la promesa que Jesús había dicho, que iba a ser entregado en manos de los hombres y que al tercer día resucitaría”.
“Las mismas palabras que el ángel les dijo: “No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho”. Promesa cumplida”, enfatizó.
Monseñor Oscar sostuvo que “sin lugar a dudas, es donde se sostiene nuestra fe, donde se ancla nuestra esperanza y que nosotros estamos llamados también a comunicar con alegría -como hicieron las mujeres- en medio de nuestra realidad, para iluminar también con la luz de la fe, con la luz de Jesucristo, nuestras periferias existenciales, pero comenzando desde nuestra familia, desde nuestros lugares, con esa alegría que portamos desde lo más profundo del corazón”.
En ese contexto, recalcó la necesidad de buscar “erradicar todo aquello que impide que nos manifestemos como verdaderos resucitados en Cristo y que no nos permite vivir con autenticidad los valores del Evangelio y ser luz de esperanza también para otros”.
El Obispo Auxiliar de Concepción señaló que “la alegría profunda -como la de las mujeres- también a cada uno de nosotros hoy se nos renueva y debe ser también una efusión de contagio para atraer a las personas hacia el encuentro del Resucitado e ir a Galilea”.
“Tanto como el ángel y también Jesús lo repite, ir justamente a comunicar esta noticia: la muerte ha sido vencida, el dolor ha sido vencido, la vida ha triunfado, la resurrección es un hecho. Esa es la gran noticia, Jesucristo, que con el poder de Dios nos da una vida nueva”, destacó.
Finalmente, explicó que “ir a Galilea significa no sólo anunciarlo, sino también renovar su adhesión, como el primer amor, recordar mi adhesión a Jesucristo para renovarla, profundizarla y manifestarlo cada vez más preclaro con la vida, siendo Evangelio viviente en medio de nuestra realidad”.