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Monseñor Oscar García preside Misa de acción de gracias en Curanilahue

Publicado el: 18 Septiembre, 2023

Con gran alegría se celebró una Misa de acción de gracias la mañana de este lunes 18 de septiembre, presidida por el Obispo Auxiliar de Concepción y Vicario Episcopal de Arauco, Monseñor Oscar García, en la Parroquia San José de Curanilahue.

Tras entonar el himno nacional, se dio inicio a las 10:30 horas a la celebración eucarística para agradecer a Dios por la patria, la democracia,  “por todos los que fueron y son gestores de una patria para el bien de todos” y para orar por las autoridades que tienen el deber de trabajar en bien de la comunidad, la comuna y del país.

En su homilía, Monseñor Oscar reflexionó en torno a la Carta de San Pablo a Timoteo, donde le pide a él y a la comunidad rezar por las autoridades para disfrutar de la paz, la equidad y de una vida digna. Y también, en torno al Salmo 27, donde se ruega al Señor que escuche nuestra plegaria.

En ese contexto, el Obispo Auxiliar de Concepción, pidió al Señor “que nos dé a las autoridades -civiles, políticas, militares, religiosas y a todos quienes tienen responsabilidades sobre otros- la sabiduría, el don de discernimiento y sobre todo los dones del Espíritu Santo para poder buscar hacer, en primer lugar, la voluntad de Dios en bien de la comunidad, en bien del pueblo, haciendo que cada día se construya para el bien de todos”.

“Reconocemos la gracia de pertenecer a una patria que se ha gestado desde hace más de 213 años, que la hemos heredado y aunque no hemos elegido ser parte, la hemos recibido y agradecemos a Dios por el legado que hemos recibido (…) Pero también pidiéndole a Dios que nos dé la gracia de continuar forjando en bien del presente como también de las generaciones futuras y buscando los sólidos fundamentos, basados en los valores cristianos y humanos, como fue gestada también nuestra querida patria de Chile”, señaló.

Monseñor Oscar invitó a rezar “de forma particular por las autoridades, para que siempre tengamos la sabiduría, la audacia, la valentía para servir desinteresadamente al prójimo, más allá de las mezquindades particulares, de las ideas políticas, religiosas o de otro ámbito, poniendo a disposición nuestras capacidades, nuestras virtudes y los dones que el Señor nos ha regalado para el servicio de nuestros hermanos”.

A la luz del capítulo 10 del Evangelio de San Lucas, donde se relata la Parábola del Buen Samaritano, el Vicario Episcopal de Arauco destacó que si bien los samaritanos y los judíos no se llevaban bien debido a diferencias radicales que tenían desde hace muchos años, el Buen Samaritano fue capaz de bajar de su cabalgadura y de desprenderse de lo poco que tenía para ayudar a ese hombre necesitado, pese a que era judío.

En ese sentido, resaltó que “más allá de las diferencias que pueda haber tanto políticas como religiosas o de otra índole, siempre debemos ser capaces de ser buenos samaritanos,  velar por la necesidad del prójimo y de aquellos rostros que -también como aquel caído en el camino- hoy se encuentran sin esperanza, para que les devolvamos la esperanza, les tendamos la mano, seamos también nosotros compasivos y capaces de jugarnos por el bien de todos, salir de nuestras propias estructuras, de nuestras propias ideologías, muriendo a nosotros mismos, porque buscamos el bien de la comunidad en general”.

Además, recalcó la necesidad de poner esto en práctica primero en nuestra familia, en la sociedad y en el ambiente donde nos movemos, “sobre todo quienes tenemos responsabilidades de todo orden en la comunidad, para poder también morir muchas veces a uno mismo por el bien de todos”.

No obstante, destacó que esto no es posible “si no nos mueve la capacidad de reconocer que somos parte y sentirnos realmente prójimo del hermano, del que está caído en el camino. Cuando nos involucramos como el Buen Samaritano (…) podemos hacer de nuestro entorno un mundo diferente y podemos respirar en un lugar de paz, de tranquilidad”.

Monseñor Oscar fue enfático en señalar que no podemos simplemente echar en cara lo que se ha hecho o dejado de hacer, sino que debemos preguntarnos qué podemos hacer hoy para edificar y seguir transformando nuestro país y nuestra sociedad en una más justa, solidaria y fraterna, donde cada uno, desde su vocación particular y con sus capacidades, busque que siempre prime la verdad, la justicia, la paz, la honestidad y la solidaridad.

Solamente así “podremos edificar un Chile mejor y podremos seguir contribuyendo para que nuestra patria, nuestra nación, sea querida y valorada no sólo por nosotros mismos, sino que también en otros lugares más allá de la cordillera y del mar”.

Finalmente, agradeció a Dios “por todos aquellos que fueron y siguen siendo forjadores de nuestra patria, una patria que anhelamos que sea una casa común para todos. Si bien el recuerdo nos trae ciertas heridas que todavía siguen sangrando, la idea es poderlas transformar”. En ese contexto, recordó a aquellas personas heridas por las injusticias, aquellos que no cuentan para la sociedad, que sufren por diferentes motivos como la falta de trabajo, de equidad, el no contar con lo necesario para sobrevivir, y llamó a que “así como el Buen Samaritano fue capaz de tomar de su aceite y de su vino -que quiere decir nuestra generosidad- poder curar las heridas de los que están heridos con justicia, verdad y respeto a la dignidad humana, para levantarlos y animarlos a seguir caminando con esperanza en esta patria bendita que el Señor nos ha regalado”

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