Monseñor Tomás Carrasco Cortés recibió la Ordenación Episcopal el pasado 18 de agosto, casi tres meses después de que la Nunciatura Apostólica de Chile diera a conocer que el Papa Francisco lo había nombrado Obispo de la Diócesis San Juan Bautista de Calama.
La noticia llegó cuando se encontraba sirviendo como Párroco en la Parroquia La Sagrada Familia, perteneciente a Santa María de Los Ángeles, Diócesis para la que fue ordenado sacerdote tras terminar su formación en el Seminario Metropolitano de Concepción.
Han pasado 23 años desde que egresó del Seminario, pero recuerda con cariño su paso por la Arquidiócesis de Concepción.
Monseñor Tomás Carrasco relató que “no quería ser sacerdote, sin embargo, Dios se valió de un sacerdote que fue a un encuentro de jóvenes a plantearnos abiertamente la vocación”.
Reconoció que “como no me interesaba el tema, no lo escuché”. No obstante, al terminar el encuentro este sacerdote dijo: “¡Estoy seguro que en este lugar Dios está llamando a más de alguno a entregar la vida! ¿Te has hecho la pregunta si el Señor te llama a dejar lo que haces y ser sacerdote?”.
Para Monseñor Tomás, “ese fue el comienzo y nunca más dudé que Dios me llamaba a entregar mi vida a Él. No quería y le pedía a Dios que no me llamara a mí, incluso en el Seminario, porque mi vida siempre la había pensado y proyectado en el matrimonio y con una familia”, pero “perseveré por pura gracia de Dios y porque no quería hacer mi voluntad, sino la de Él”.
“Por lo tanto, yo nunca elegí ser sacerdote. Estoy convencido de que Él me eligió. Es todo un regalo que Dios me dio sin quererlo, sin pedirlo y menos merecerlo. Él depositó su mirada en mi persona e hizo su obra, a la cual yo me entregué con un pobre sí”, enfatizó.
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