Padre Mariano Puga “jamás aceptó privilegios”

Publicado el: 14 Marzo, 2020

El sacerdote franciscano, fray José Miguel San Martín ofm, quien sirvió pastoralmente en la arquidiócesis de Concepción por varios años, conoció muy de cerca al padre Mariano Puga y confesó que fue “una persona de mucha humanidad y jamás aceptó privilegios”.

Siendo el padre José Miguel párroco de la parroquia San José de Arauco, donde sirvió por más de 4 años, recibió regularmente la presencia del padre Mariano  (2013-2017). Llegaba desde Santiago en bus como cualquier persona común, y lo hizo con enorme esfuerzo, porque ya estaba sufriendo los síntomas de su cáncer. Pero el padre José Miguel lo conoció desde mucho antes. “Mi relación con Mariano viene desde hace años, cuando yo hacia mi noviciado franciscano en La Recoleta, en la capital, y apenas lo vi me pareció muy interesante su postura frente a la verdad del Evangelio. Él fue una persona con un gesto de mucha humanidad que no dejaba de sorprender”, recuerda.

Pudo palpar que el padre Mariano fue un hombre que hizo una real opción por Jesucristo. “Mariano perteneció a una familia muy acomodada, naciendo en un ambiente muy privilegiado, pero optó por seguir a Jesucristo y trabajó permanentemente por ser fiel a esa opción de su vida personal”, recalca, añadiendo que, “yo destaco que en su misión estuvo la centralidad de Jesucristo, en la verdad que Cristo predicó y este amor e interés por la dignidad del ser humano. Desde que lo conocí me sorprendió con pequeños gestos de humanidad. Para mí, Mariano fue como un bálsamo, porque me ayudaba a entender la realidad desde el amor de Dios. Fue un hombre enamorado de Jesucristo; fue su ideal. Y trabajó todos los días por ser consecuente con lo que creía y, en ese esfuerzo, pasó entre nosotros haciendo mucho bien, evangelizando, apoyando la vida de la Iglesia y, en momentos de dificultad, fue la luz en el camino que, por lo menos, pude encontrar”.

En su testimonio, el padre José Miguel  afirma que “creer es dejarse transformar por una palabra que es salvadora, sanadora, liberadora y de vida plena. Podemos ver que Mariano, materialmente, no tuvo nada, pero fue un hombre tremendamente rico. Siguió a Jesús como San Francisco, en su tiempo, exigiendo un cambio radical de vida. Es descubrir la riqueza de la pobreza. San Francisco de Asís, Siglo XIII, se casó con la hermana pobreza, pero le trajo la alegría de experimentar el amor de Dios, en su vida, y descubrirlo en los demás, especialmente, en los sufrientes. A Mariano lo vi siempre por este camino. Mariano nunca despreció a los ricos, pero en su opción personal  encontró a Dios, amoroso y misericordioso, en el servicio a los demás”.

Emocionado, el padre José Miguel expresa que “jamás escuché, en Mariano, hablar mal de las personas. A veces, se refería a los sistemas sociales, económicos y políticos con mucha dureza, pero condenar a alguien, jamás. Su opción era por Cristo, que es optar por el ser humano. A pesar de todo, sigue siendo tu prójimo y tu hermano. Cuando veía atropellos a las personas, él alzaba su voz. Por eso, se le reconoció como un hombre defensor y promotor de los Derechos Humanos”.

Señala que “Mariano siempre tenía gestos pequeños que dignificaban la vida y que ayudan a tranquilizar. Son gestos muy simples, pero muy valiosos y edificantes. Pero también tuvo gestos grandes que fueron prosélitos y que, por cierto, son reconocidos por la sociedad. Fue para muchos el cura obrero que se la jugó por el pueblo y el centro de su vida fue Jesucristo”.

Hoy, cuando el padre Mariano vive su pascua, el padre José Miguel, recalca que mantuvo un contacto permanente con él. “Actualmente, estoy en Angol, pero siempre se ofreció al servicio y pese a su edad y su salud deteriorada, siempre quiso evangelizar donde pudiera. En la parroquia San José de Arauco hablaba a la gente de las sagradas escrituras, del amor de Jesucristo. Pese a sus dificultades llegaba aunque hubiera temporal. En cierta ocasión, tuvimos que hospitalizarlo, porque se enfermó, pero siempre cumplió. La limitación física jamás fue un obstáculo para él, porque la fuerza está en el interior, para anunciar que se sabe Dios acompaña”.

Constata que fue un hombre sencillo y humilde. “Jamás permitió un privilegio. Recuerdo que cuando estuvo enfermo en Arauco, se le ofreció trasladarlo en avión a Santiago, pero Mariano no aceptó ni siquiera que yo lo trasladara en vehículo a Concepción. Esperó recuperarse y retornó a su casa en el bus como las personas humildes”.

 

 

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