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Sacerdotes viven Jornada de Oración por la Santificación del Clero en Santuario Schoenstatt Montahue

Publicado el: 7 Junio, 2024

La mañana de este viernes 7 de junio, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, los sacerdotes de la Arquidiócesis de Concepción se reunieron en el Santuario de Schoenstatt Montahue para vivir la Jornada de Oración por la Santificación del Clero

En la instancia, el Padre Pablo Pizani, del Instituto Secular de los Padres de Schoenstatt, habló acerca de la santidad en la vida cotidiana, un tema que fue abordado muchas veces por el Fundador de la Obra de Schoenstatt, el Padre José Kentenich, en ejercicios espirituales a sacerdotes en Alemania. 

Fue así que el Padre Pablo tomó textos de retiros predicados por el Padre Kentenich en 1932, 1933, 1937 y 1941 y también la Exhortación Apostólica Gaudete et exsultate del Papa Francisco, sobre cómo vivir la santidad en la cotidianeidad. “De ahí comencé a desarrollar un poco el significado que tiene para nosotros y, en ese sentido, reconocer que esa santidad es la profundidad del vínculo con Dios, es la profundidad del vínculo con el trabajo, con nuestro quehacer, y la profundidad del vínculo con los demás. Y en esas dimensiones tiene que haber una armonía, no sirve sólo para alcanzar o vivir la santidad de la vida diaria el vínculo con Dios, sino que es también en todos los ámbitos de la vida, y eso es lo que quise ir desarrollando”, explicó. 

En ese contexto, destacó que “el Padre Kentenich habla justamente de cómo uno puede confrontarse con la santidad sacerdotal de acuerdo a unas imágenes que él regalaba en ese entonces, pues conoció a un teólogo alemán que habla del sacerdote de oro, el sacerdote de plata y el sacerdote de cobre; que depende mucho de cómo es la relación con el trabajo, con Dios y con las personas, y de cómo él es consciente del don que ha recibido (…) El Padre  Kentenich además habla del sacerdote de diamante como algo mayor y del sacerdote de hojalata, que es algo menor que el de cobre y dice que incluso puede haber sacerdotes que no tienen ni conciencia de lo que están llamados a ser o servir en lo cotidiano, no solamente en el trabajo, sino que con su vida diaria. Mientras que respecto del sacerdote de diamante, él señala que así como el sacerdote de oro ha reconocido que vivir en Cristo es lo que le hace fecundo y lo que lo hace vivir por los demás, el sacerdote de diamante es aquel que también anhela esa contemplación de Dios en la oración, esa contemplación que es la profundidad íntima con Dios”. 

“Pero lo bonito que también habla el Padre Kentenich tiene que ver con pensar la santidad como un anhelo. Creo que hoy nosotros, en el siglo XXI, ya no hablamos de la santidad como perfección. Creo que eso, gracias a Dios, lo hemos ya dejado atrás y yo también parafraseaba un poco a un sacerdote italiano que está muy metido en el tema de la formación de sacerdotes, quien habla acerca de que el modelo de la perfección lo dejamos atrás y hemos pasado por varios modelos y ahora estamos principalmente en el modelo de la integración, cómo integrar nuestra vida para ese sacerdocio y para esa santidad de la vida diaria como sacerdotes”, agregó. 

El Padre Pablo destacó “la gracia y lo bonito que es creer en la santidad, querer la santidad y hacer cosas para vivir la santidad, porque también el Padre Kentenich reforzaba lo que decía San Agustín de que Dios nos ha creado sin nosotros, pero no nos quiere redimir sin nosotros. Y en ese sentido, nosotros al creer, al querer y al hacer estamos invitados en lo concreto a vivir de un modo particular. Entonces, yo empecé la charla con el tema del anhelo, de anhelar la santidad, el querer la santidad para uno. Y bueno, si nosotros estamos convencidos de que Dios nos invita a ser santos en lo cotidiano y no sólo santos de altares, entonces el querer eso y para eso entonces preguntarnos cómo avanzar”. 

“Esa era la invitación: el anhelo, el descubrir cómo uno puede ir avanzando. Y el Padre Kentenich nos habla de la orgánica, muy constantemente, de que esa vida que Dios ha puesto en nosotros, porque al final la santidad también es reconocer que nosotros no podemos, sino que necesitamos de los dones de Dios, y en ese crecimiento de la santidad, viéndolo desde la perspectiva orgánica, como muestra Kentenich, nos hace reconocer que esto es lento, que es desde dentro hacia afuera, que está en potencia todo en nosotros, pero hay que cultivarlo y hay que ayudarlo a crecer, que ese crecimiento siempre está presente en nuestra vida, siempre hay cosas que van creciendo, otras no, pero siempre hay algo creciendo aunque no sea uniforme en todos los ámbitos de la vida, siempre hay algo que va ayudándonos a reconocer a ese Dios que está con nosotros. Y, por último, que hay momentos en la vida en que hay crecimientos abruptos, sorpresivos y que esos tampoco son obra nuestra, sino que son obra de Dios, que va entregando sus dones a cada uno de nosotros”, puntualizó. 

Luego de la charla, los sacerdotes celebraron la Santa Misa, que fue presidida por el Administrador Diocesano de Concepción, Monseñor Bernardo Álvarez, en la capilla del Santuario.

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