Fue en 1251 que la Virgen del Carmen se le apareció a San Simón Stock, General de la Orden Carmelita, y le entregó el Escapulario.
“Este debe ser un signo y privilegio para ti y para todos los Carmelitas: quien muera usando el escapulario no sufrirá el fuego eterno”, fueron las palabras de la Santísima Virgen.
Actualmente, el Escapulario consiste en un cordón con dos piezas pequeñas de tela de color café, una de las cuales se lleva sobre el pecho y la otra sobre la espalda.
El Escapulario es un sacramental. De acuerdo al Catecismo de la Iglesia Católica, los sacramentales son “signos sagrados con los que, imitando de alguna manera a los sacramentos, se expresan efectos, sobre todo espirituales, obtenidos por la intercesión de la Iglesia. Por ellos, los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida”.
Es así que el Escapulario expresa la consagración a la Virgen del Carmen y el profundo deseo de imitar su entrega a Cristo y también al prójimo.
La Virgen del Carmen es Patrona y Reina de Chile. Además, es Generala Jurada de las Fuerzas Armadas y de Orden, como reconocimiento especial a la protección que ha entregado a nuestro país a lo largo de la historia.
El primer templo mariano de Chile fue una ermita en el poblado de La Tirana en honor a Nuestra Señora del Carmen. Y luego, en 1595, la Orden de San Agustín llegó a Chile, específicamente a Concepción, donde introdujeron esta devoción y en 1648 se fundó la primera Cofradía del Carmen.
En 1817, el General José de San Martín y el General Bernardo O’Higgins, junto a todos los oficiales y tropas del ejército, juraron fidelidad a la Virgen del Carmen como Patrona.
El 14 de marzo de 1818, cuando aún faltaba un último esfuerzo para concretar la Independencia, el pueblo chileno, junto a sus autoridades civiles, religiosas y militares, hicieron un juramento en la Catedral de Santiago:
“En el mismo sitio en donde se dé la batalla y se obtenga la victoria, se levantará un santuario a la Virgen del Carmen, Patrona y Generala de los Ejércitos de Chile, y los cimientos serán colocados por los mismos magistrados que formulan este voto y en el mismo lugar de su misericordia, que será el de su gloria”, consigna el sitio web de la Cofradía Nacional del Carmen.
Fue así que luego de la Batalla de Maipú , el General Bernardo O’Higgins puso la primera piedra del que es actualmente el Santuario Nacional y Basílica del Carmen.
¡Oh Virgen Santísima del Carmen!
llenos de la más tierna confianza,
como hijos que acuden al corazón de su Madre,
nosotros venimos a implorar una vez más
los tesoros de misericordia que con tanta solicitud
nos habéis siempre dispensado.
Reconocemos humildemente
que uno de los mayores beneficios
que Dios ha concedido a nuestra Patria
ha sido señalaros a Vos
por nuestra especial Abogada, Protectora y Reina.
Por eso a Vos clamamos
en todos nuestros peligros y necesidades
seguros de ser benignamente escuchados.
Vos sois la Madre de la Divina Gracia,
conservad puras nuestras almas;
sois la torre poderosa de David,
defended el honor y la libertad de nuestra Nación;
sois el refugio de los pecadores,
tronchad las cadenas
de los esclavos del error y del vicio;
sois el consuelo de los afligidos,
socorred a las viudas, a los huérfanos y desvalidos;
sois el auxilio de los cristianos,
conservad nuestra fe y proteged a nuestra Iglesia,
en especial a sus obispos, sacerdotes y religiosos.
Desde el trono de vuestra gloria
atended a nuestras súplicas;
¡Oh Madre del Carmelo!
abrid vuestro manto y cubrid con él
a esta República de Chile,
de cuya bandera Vos sois la estrella luminosa.
Os pedimos el acierto para los magistrados,
legisladores y jueces;
paz y piedad para los matrimonios y familias;
el santo temor de Dios para los maestros;
la inocencia para los niños;
y para la juventud, una cristiana educación.
Apartad de nuestras ciudades
los terremotos, incendios y epidemias;
alejad de nuestros mares las tormentas,
y dad la abundancia a nuestros campos y montañas.
Sed Vos el escudo de nuestros guerreros,
el faro de nuestros marinos
y el amparo de los ausentes y viajeros.
Sed el remedio de los enfermos,
la fortaleza de las almas atribuladas,
la protectora especial de los moribundos
y la redentora de las almas del Purgatorio.
¡Oídnos, pues, Reina y Madre Clementísima!
y haced que viviendo unidos en la vida
por la confesión de una misma fe
y la práctica de un mismo amor al
Corazón Divino de Jesús,
podamos ser trasladados de esta patria terrenal
a la patria inmortal del cielo,
en que os alabaremos y bendeciremos
por los siglos de los siglos.
Amén
Virgen del Carmen, Reina de Chile, Salva a tu pueblo que clama a Ti.