A las 11:30 horas de este domingo 25 de junio se celebró la Misa de despedida del Padre Juan Pablo Becker S.J., quien fue Vicario de la Parroquia Universitaria de Concepción durante cinco años.
En su homilía, afirmó que “en el Evangelio del domingo pasado Jesús envía a sus discípulos con una tarea y misión: Proclamar la cercanía del Reino de Dios y actuar en concordancia, instándolos a ir con una actitud en mente, la gratuidad. Me tomo de esas palabras de Jesús para expresar la enorme gratitud que siento en este momento después de casi cinco años en esta parroquia y esta hermosa ciudad que me acogió con tanto cariño”.
El Padre Juan Pablo recordó que llegó a principios de 2019 siendo aún Diácono en Tránsito al Sacerdocio, “lleno de deseos, sueños y también algunos miedos, como los que tenían los discípulos en el Evangelio que escuchamos (Mateo 10, 26-30). Nunca imaginé que en estos años íbamos a tener una crisis social gravísima y una pandemia aún más compleja. Momentos de dificultad que terminaron siendo profundamente desafiantes: una oportunidad para crecer y construir el Reino de Dios”.
Además, el sacerdote destacó que el Señor le ha dado la oportunidad de compartir en distintos mundos: “Esta parroquia que tanto quiero y los grupos que en ella participan, especialmente los chicos y chicas de Misión País y Trabajo País, que me ha tocado acompañar. La CVX jóvenes, la Red Juvenil Ignaciana y la Pastoral de Educación Superior”.
“En todos estos no sólo me han acogido con cariño, sino que también me han enseñado a ser sacerdote. Hay tantas personas, que nombrarlas sería larguísimo. Verles la cara a muchos de ustedes me llena de emoción, porque hay vida compartida en profundidad”, destacó.
El Padre Juan Pablo manifestó que “Dios ha sido tan bueno y tan generoso que no me canso de darle gracias por todos quienes han sido parte de este camino y han compartido, de uno u otro modo, conmigo. Gracias por todo el cariño, la cercanía, la paciencia y por mostrarme un rostro de Jesús”.
Asimismo, aprovechó esta oportunidad para “pedir perdón si en algún momento me equivoqué con alguna palabra, gesto o decisión. Si no actué conforme al Evangelio, humildemente pido perdón”.
El sacerdote Jesuita expresó su certeza de que Dios siempre ha estado junto a él y sostuvo que “ha sido el Señor el que ha sostenido mi vocación y ha acompañado mi camino, poniendo personas que ahora están grabadas en mi corazón con cariño y con un profundo afecto”.
En ese contexto, dijo que “no puedo dejar de agradecer a mi comunidad, a quienes han sido parte de los equipos en que me tocó participar, ni tampoco al Padre Víctor Álvarez, con quien hemos forjado una amistad en la misión y de quien he aprendido muchísimo por su experiencia y carisma”.
También agradeció “con mucha alegría” por “la vocación sacerdotal a la cual Dios me invitó, lo cual ha sido posible gracias a la confianza que el Señor deposita en uno a través de todos ustedes. Gracias por enseñarme a ser sacerdote, por rezar por mí y por soñar juntos un mundo distinto, más al modo de Jesús”.
“Traté siempre de que en mis homilías o actividades Él estuviera en el centro, no yo. E intenté poner la pregunta por el discernimiento: ¿Dónde y cómo nos invita Jesús a vivir la radicalidad del seguimiento? Creo que el Evangelio de hoy dice precisamente relación con ello. En una época de persecuciones y dificultades en la tarea a la cual les convoca, Jesús repite tres veces que no tengan miedo. En el tiempo en que fue escrito el Evangelio, era el miedo a morir por confesar la fe. Hoy probablemente son otros miedos, pero siguen estando presentes la dificultades para hacer vida el Evangelio”, señaló.
“De ahí que estoy seguro de que Jesús nos sigue invitando a poner la confianza en el Padre con la analogía de los gorriones que utiliza. Tan sencilla y tan profunda a la vez: «ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre de ustedes». En el fondo, lo que nos está diciendo es que nos ama profundamente y que cuida de nosotros siempre. Ese es el rostro que Jesús nos muestra del Padre. Esa certeza inquebrantable, que tengo en mi propia vida y espero también de ustedes, es la que nos da fuerza para seguir adelante, para afrontar las dificultades y dejarlo todo en sus manos”, destacó.
En ese sentido, enfatizó que “desde ese amor, por tanto, es que nos invita a confiar y actuar, cuidando esta relación, con la certeza plena de que está ahí para guiarnos y acompañarnos en la misión a la cual el mismo Hijo nos convoca por nuestro nombre, como decía el domingo pasado”.
Finalmente, el Padre Juan Pablo pidió “con humildad que recen por nuestras vocaciones para seguir creciendo y ser buenos sacerdotes” y afirmó que “he escuchado de muchos de ustedes que se alegran de la labor que hacemos y agradecen nuestro servicio, entrega y generosidad. Por lo mismo, les pido que nos ayuden a rezar para que otros quieran ser sacerdotes y religiosas, de modo de renovar la Iglesia. Recen, por favor, por las vocaciones, y por las nuestras en particular, para que vivamos de acuerdo al Evangelio”.
Luego de la Santa Misa, se realizó un compartir fraterno para agradecer el servicio y la entrega del Padre Juan Pablo Becker, quien deja su rol como Vicario en la Parroquia Universitaria para continuar con su formación académica en Estados Unidos.