En el año 1967 arribaron a la diócesis de Concepción los sacerdotes misioneros franceses Ramón Ricciardi (1924-2018) y Bernardo Hurault (1924-2004). Al poco tiempo de la labor pastoral y en el contacto diario con las familias mineras del carbón en Coronel y las comunidades cristianas de Tomé, vieron la necesidad de contar con una edición de la Biblia que fuera amigable, de fácil lectura, cercana y que pudiera alimentar la fe de la gente sencilla.
Por esos años las ediciones en español que existían eran, por ejemplo: la “Sagrada Biblia: Nacar Colunga” (Madrid 1944), “Sagrada Biblia: Bover-Cantera” (Madrid 1947), “La Santa Biblia: Straubinger” (La Plata 1951) y la primera edición de la “Biblia de Jerusalén” (Bilbao 1966). En 1966, las Sociedades Bíblicas en América Latina, habían publicado una edición del Nuevo Testamento, llamada “Dios llega al hombre”, que era una versión popular. Este Nuevo Testamento, -junto a la necesidad de acercar la Biblia a las comunidades cristianas, porque “no entendían lo que leían”-, fue la inspiración de R. Ricciardi y B. Hurault para embarcarse ellos mismos en la gran tarea de hacer una edición completa de la Biblia, en versión pastoral-popular, con un lenguaje propiamente penquista-latinoamericano.
La gran idea no tuvo un inicio favorable, ni por los expertos biblistas chilenos a quienes les consultaron, ni por la metodología que ellos implementaron. El mismo R. Ricciardi relata que entregaron varios textos bíblicos a un grupo de profesores para que les ayudaran a una adaptación más amigable y de fácil comprensión sobre unas versiones ya traducidas de la Biblia. Se pretendía cambiar las palabras difíciles. Pero el resultado no fue el esperado, por lo tanto, ambos sacerdotes hicieron la “adaptación” de toda la Biblia.
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