Asistir a un acto académico donde esté presente el Instituto ‘San Sebastián’ de Yumbel tiene un sabor especial. Quienes lo hacen por vez primera quedan asombrados, y los que han estado presentes más de una ocasión siempre esperan algo nuevo. Se trata de los niños y niñas del grupo “Sonrisa”, dirigidos por el profesor José Eugenio Mathieu Parra.
Sus primeros pasos nos remontan al año 1994 a raíz de la carta del Papa Juan Pablo II a las Familias, ocasión en la cual se formó un grupo de 600 niños del Instituto de Humanidades ‘Alfredo Silva Santiago’ de Concepción, que dramatizó este documento en el estadio regional ante la vista del cardenal Alfonso López Trujillo, incluido un rosario completo a escala humana con más de 80 niños. Luego, previo al jubileo hubo una primera presentación titulada “Historia de la Iglesia” en el gimnasio municipal de Concepción el año 1999, mientras que en el año jubilar se reunieron 2000 niños de los distintos Colegios de Iglesia que se presentaron en la Eucaristía de celebración del Jubileo, y más tarde en la fiesta de la Inmaculada Concepción, junto a otros 1.600 pequeños que celebraron el sacramento de iniciación a la vida eucarística. Ambos eventos se realizaron en el estadio regional.
En el año 2004 el profesor Mathieu se trasladó al Instituto ‘San Sebastián’ de Yumbel, donde recibió la petición de repetir esta experiencia. Así renace “Sonrisa”, integrado actualmente por 60 alumnos de cuartos y quintos básicos que este año están incorporados directamente a la pastoral del colegio. Su principal función es animar las efemérides cívicas, sociales y religiosas a través de su “Coro Móvil”, que guía las canciones con coreografías y movimiento de manos y cuerpo. Según indica su docente a cargo “le pusimos este nombre porque nos dimos cuenta que la sonrisa es lo más lindo que tiene un niño, y eso es lo que agrada a Dios, la sonrisa de un niño es el reflejo de Dios en la tierra”.
Los integrantes se identifican con una banda, un cintillo, un brazalete y un estandarte, símbolos que utilizan según sea la actividad en la cual participan. Sus habilidades les permiten dirigir, hablar por micrófono, ensayar los coros, tienen un rol diferente al que cumplen en el Instituto como alumnos y alumnas de cada curso, y se sienten muy orgullosos de lo que son capaces. Además, son apoyados por el equipo directivo del Instituto, apoderados que se encargan de los distintivos antes de las presentaciones, y una directiva que gestiona la parte financiera para lograr el autofinanciamiento.
Desde hace cuatro años, 25 alumnos y alumnas de “Sonrisa” elegidos por su disciplina, rendimiento, responsabilidad y gran espíritu cristiano, integran el “Programa Misionero Pastoral” para el primer ciclo básico y jardín infantil. Su principal labor es acudir cada día a un curso para acompañar al profesor e incentivar el saludo a Jesús, ofreciendo el trabajo del día y anunciando el Evangelio con su Mini Biblia, un pequeño cuadernillo que contiene lecturas de los evangelios, de los hechos de los apóstoles, de algunas cartas y del apocalipsis, con cantos y oraciones creadas o adecuadas por ellos mismos, todo en un lenguaje apropiado para los más pequeños.
Respecto de la forma a través de la cual pasan a ser de este grupo, el profesor Mathieu es claro. “Aquí hay una disciplina tremenda, no hay vuelta que darle, un chico o chica que es indisciplinado altiro dice ‘no puedo estar en este grupo’, pero algunos que son inquietos han llegado y se comportan, aprenden a compartir. No elijo a los niños, sino que ellos mismos se acercan. Preferimos a aquellos desean hacer algo distinto, a los que a veces no tienen un rendimiento excelente, pero si quieren estar y tienen notas más o menos bajas les decimos que deben subirlas. En todo sentido ellos se adaptan, hay algunos que al principio son tímidos, tienen baja autoestima, que jamás harían algo ante el público, pero como son un grupo que se apoya al final terminan hablando por micrófono y dominando todo”.
Dos de las integrantes nos contaron qué significa para ellas ser parte de “Sonrisa”. María Jesús Moreno Ibarra señala que “desde tercero soy misionera, y en las mañanas me toca ir a rezar al kínder. Voy a las 10 y con los niños oramos y cantamos. Es una bonita experiencia porque los más pequeños se alegran, la primera vez se tiraron a abrazarnos”. Por su parte, Francisca Antonia Pinochet Briones señala que “me gusta estar en el grupo porque tengo el apoyo de mis compañeros, del colegio y de mis papás, que se sienten orgullosos de mí. Me ha servido para tener más personalidad, ahora no nos da tanta vergüenza o miedo ponernos al frente del escenario y dirigir algo. Nos ha servido harto y somos las que la llevamos. Las primeras veces íbamos tiritando y ya no”.
Actualmente, y con el objetivo de no perder la experiencia lograda, se está conformando un grupo de apoyo a “Sonrisa”, integrado por alumnos de 7° y 8° años.