La Inmaculada Concepción de María

Publicado el: 2 Diciembre, 2022

Se acerca la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, fecha que todos los años congrega a un gran número de fieles en diversos lugares donde exista alguna advocación mariana, ya sea en nuestro país o alrededor del mundo.

¿Por qué se dice que María es la Inmaculada Concepción? Para ello es necesario, revisar la historia. La Iglesia durante su trayecto ha declarado 4 dogmas relacionados con ella.  La Inmaculada Concepción es antecedida por los dogmas “maternidad divina de María” y “la virginidad perpetua” y sucedida por el dogma “Asunción de María”.

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El 08 de diciembre de 1854 el Papa Pío IX proclama el dogma de la Inmaculada Concepción “Declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles…” (Pío IX, Bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854). Esta declaración afirma que María, siendo humana como nosotros, fue concebida a diferencia nuestra sin la mancha del pecado original. Eso implica que permaneció sin pecado durante toda su vida. Ella sería la madre de Jesús, y es en virtud de ello que Dios la preservó de esta marca desde el principio, es decir, desde su Concepción.

María, siendo la madre de Jesús y servidora de Dios, mostró un camino de santidad. Sin embargo, eso no la abstrajo del mundo y no le impidió estar presente y atenta a lo que ocurría a su alrededor. Primeramente, estuvo atenta al llamado de Dios al pronunciar el sí, que la llevaría a cargar en su seno al Hijo de Dios. Estuvo atenta a las necesidades de los novios en las bodas de Canaán, acudiendo a Jesús para que solucionara la falta de vino.  Estuvo presente en el surgimiento de la naciente comunidad cristiana, acompañando a los apóstoles en la perseverancia de la oración, y en Pentecostés, donde fueron colmados del Espíritu Santo. Estos últimos dos sucesos, dieron origen a la Iglesia y su misión Evangelizadora.

Estamos llamados a vivir la santidad, y a proclamar la Buena Noticia por todos los rincones. Sin embargo, nada de ello se puede lograr sin tener la capacidad de estar atentos y presentes al llamado que Jesús nos hace. La santidad no se vive únicamente “evitando el pecado”, sino estando atentos a la escucha de Dios y del otro, y eso implica superar nuestro propio egoísmo y salir de nuestra comodidad. María fue un ejemplo extremo de ello, porque siendo una muchacha, fue capaz de prestar atención al llamado de Dios y aceptar el reto de ser la madre del Salvador, con todas las posibles dificultades sociales que eso implicaría. Entendió que la Redención, dirigida para todos nosotros, no podía llevarse a cabo sin Jesús. Su sí, no fue solo un sí a Dios, fue un sí que involucró a toda la humanidad, porque su acción fue más allá de sus propios intereses, fue para que todos y todas, aún en nuestra fragilidad humana, pudiésemos aspirar a alcanzar la plenitud de nuestra existencia con su Hijo.

Por ello, esta festividad va más allá de solo una “verdad de fe”, es hacernos conscientes de cómo el testimonio de María es un ejemplo de profunda humanidad, que permite encontrarnos de manera más cercana con Dios y con los demás.

Francisca Orellana Romero
Facultad de Estudios Teológicos y Filosofía
Universidad Católica de la Santísima Concepción

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