Monseñor Chomali agradeció servicio de los diáconos permanentes

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Publicado el: 7 agosto, 2011

Con una Eucaristía en la Catedral de Concepción, se celebró el Día del Diácono Permanente, en el contexto de la festividad de San Lorenzo, patrono de los diáconos. En esta oportunidad, asistió la mayoría de los diáconos permanentes activos de nuestra arquidiócesis, que prestan servicio en distintas parroquias.

La Eucaristía fue presidida por Monseñor Fernando Chomali, quien agradeció el servicio de los diáconos y sus esposas presentes en la celebración. “Su presencia es una gracia muy grande para la Arquidiócesis pues son un testimonio vivo de la vocación matrimonial y de la vocación diaconal, es decir de servicio al interior de la Iglesia. Gracias. Dios les pague su abnegada labor. Son un regalo para la Iglesia. Les deseo un gran día junto a sus familias y comunidades”.

En su homilía Monseñor refiriéndose a las lecturas de este domingo manifestó que “nos pueden ayudar mucho a comprender lo que significa ser cristiano, es decir discípulo de Jesucristo. Ya en la primera lectura queda muy claro que tenemos que salir de nosotros mismos, ir al Monte para escuchar al Señor. Las frase del Señor a Elías son también para cada uno de nosotros. ‘Sal ya aguarda al Señor en el monte, que el Señor va a pasar’. Nuestra vida es un salir constante de nosotros mismos y aguardar al Señor con la certeza de que va a pasar”.

Agregó que “La vida de la Iglesia es junto al Señor y El se presenta en medio de nosotros en el susurro. Con una vida profunda de oración, en el Monte, tendremos el corazón dispuesto para escuchar los susurros de Dios y reconocer su presencia. Presencia que adquiere plenitud en el Altar con el Pan convertido en su Cuerpo y el vino convertido en su Sangre”.

Luego, a la luz del Evangelio nuestro pastor señaló que “Quienes hemos vivido esta experiencia de salvación por parte del Señor y al mismo tiempo hemos sido llamados al ministerio diaconal, sacerdotal o episcopal estamos invitados en virtud de nuestra consagración a realizar el mismo gesto con todo ser humano que siente que las tormentas de la vida lo agobian. La credibilidad de la Iglesia y de nuestro ministerio pasa por la actitud de servicio hacia los demás, especialmente si sufriente o adolorido. Ello sólo será posible si estamos muy unidos al Señor y hemos experimentado en carne propia su amor y su misericordia”.

Finalmente dirigió unas palabras a los diáconos “Ustedes a través del servicio que se les ha encomendado están llamados a ser protagonistas de primer orden de la labor evangelizadora que va de la mano con la ayuda desinteresada a quien la necesite”.

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