SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS | Del 24 al 30 de mayo de 2020

Publicado el: 25 Mayo, 2020

«Nos mostraron una humanidad poco común» (cf. Hch 28, 2)

El tema de este año, “Nos mostraron una humanidad (bondad) poco común”, tiene su origen en los Hechos de los Apóstoles (27, 18 – 28, 10) y enfatiza que es a través de esta “bondad común” que los cristianos están unidos como una sola cosa.

A propósito de esta semana de oración por la unidad de los cristianos, la Oficina de Prensa de la Santa Sede emitió este comunicado hace unos meses:

“Queridos hermanos y hermanas, este relato de los Hechos de los Apóstoles habla también de nuestro camino ecuménico, orientado hacia esa unidad que Dios desea ardientemente. En primer lugar, nos dice que los débiles y vulnerables, los que tienen poco que ofrecer materialmente pero que han encontrado su riqueza en Dios pueden aportar mensajes preciosos para el bien de todos. Pensemos en las comunidades cristianas: incluso las más pequeñas y menos relevantes a los ojos del mundo, si experimentan el Espíritu Santo, si viven en el amor a Dios y al prójimo, tienen un mensaje que ofrecer a toda la familia cristiana. Pensemos en las comunidades cristianas marginadas y perseguidas. Como en la historia del naufragio de Pablo, a menudo son los más débiles los que llevan el mensaje de salvación más importante.
Porque Dios lo ha querido así: salvarnos no con la fuerza del mundo, sino con la debilidad de la Cruz (cf. 1 Co 1,20-25). Por eso, como discípulos de Jesús, debemos prestar atención a no ser atraídos por la lógica mundana, sino, al contrario, escuchar a los pequeños y a los pobres, porque Dios ama enviar sus mensajes a través de ellos, que se asemejan más a su Hijo que se hizo hombre.
El relato de los Hechos nos recuerda un segundo aspecto: la prioridad de Dios es la salvación de todos. Como dice el ángel a Pablo: “Dios te ha concedido la vida de todos los que navegan contigo”. Este es el punto en el que Pablo insiste. También nosotros debemos repetirlo: es nuestro deber llevar a la práctica el deseo prioritario de Dios, que, como escribe el mismo Pablo, «quiere que todos los hombres se salven» (1 Tm 2,4).” (Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 25 de enero de 2020.)

También en nuestra Iglesia local, fuimos exhortamos a permanecer unidos:

“… Para todos los miembros de las comunidades cristianas y de los servicios pastorales presentes hasta en los más alejados rincones de nuestra Arquidiócesis. Es el deseo del apóstol San Pablo para los cristianos de todo el mundo y en todo tiempo, pero más ahora cuando estamos obligados por la caridad a mantenernos distantes unos de otros.

Permanecer unidos en el mismo y único Espíritu Santo de Dios es posible si primero tomamos conciencia que estamos llamados a vivir de acuerdo con la vocación recibida en el bautismo (cf. Ef 4, 1). Por el bautismo hemos sido conformados como miembros de su único cuerpo; “uno es el Señor, una la fe, uno el bautismo; uno es Dios, el Padre de todos” (Ef 4, 5-6a) y por lo tanto, una sola es su comunidad fiel, su Iglesia. Mantengámonos unidos en este Espíritu siendo humildes para dejarnos ayudar, amables para ayudar a los demás y pacientes para aceptar este tiempo de distancia; en el fondo, aprendiendo de verdad a soportarnos unos a otros con amor (cf. Ef 4, 2).” (Vicaría de Pastoral, 29 abril 2020).

Como cristianos pertenecientes a Iglesias y tradiciones que no están plenamente reconciliadas unas con otras, frecuentemente estamos desanimados por la falta de progreso hacia la unidad visible. Incluso algunos han abandonado toda esperanza y ven esta unidad como un ideal inalcanzable. Otros ni siquiera ven la unidad como parte necesaria de su fe cristiana. Mientras rezamos por el don de la unidad visible, hagámoslo con fe resuelta, paciencia constante y esperanza firme, confiando en la providencia amorosa de Dios. La unidad es la oración del Señor para la Iglesia y él nos acompaña en este viaje. No nos perderemos.

David Francisco Aguayo Vidal.

© Arzobispado de Concepción