El Arzobispo de Concepción, Monseñor Fernando Chomali, presidió la tradicional Misa de Navidad la mañana de este 25 de diciembre en la Catedral de Concepción.
En su homilía, Monseñor Chomali se preguntó ¿Por qué existimos? y ¿Por qué somos de esta manera y no otra?, y señaló que se trata de “preguntas muy profundas, porque de hecho nadie de los que estamos aquí eligió nacer, eligió vivir”.
Te puede interesar: Monseñor Chomali preside Misa del Gallo en la Catedral de Concepción
“Después de mucho pensar, rezar, meditar, cada vez me convenzo más de que la única razón por la cual existimos es por el amor de Dios. Dios no nos quiere porque existimos, existimos porque Dios quiere. Cada uno de nosotros puede decir existo porque Dios pensó en mí”, afirmó.
El Arzobispo de Concepción manifestó que otra de las preguntas que está en su corazón tiene relación con el mal y el sufrimiento y sostuvo que “jamás he conocido una persona que no sufra. Nunca. A veces la vida se nos hace muy difícil y cada uno de nosotros podríamos contar historias de nuestra vida, de nuestra vida familiar, de nuestro trabajo, donde se nos hace difícil vivir. Donde no podemos entender el mal que está presente en nuestro corazón y en el corazón de los demás”.
En ese contexto, señaló que “todos nosotros -yo también, por cierto- hemos hecho mal. Una mirada que no corresponde, una palabra que no corresponde, hasta personas que matan a otros. Y también a nosotros nos han hecho mal, muchas veces nos han ofendido, nos han humillado, nos han maltratado. Es nuestra condición humana y eso se debe a una herida que tenemos en nuestro corazón”.
Monseñor planteó que esta herida podría entenderse como “un fracaso de Dios”, por permitir “esta herida que nos duele tanto y nos hace sufrir”, pero es así que se explica “la presencia de Jesucristo con nosotros”.
En ese sentido, expresó que “sufro mucho cuando nosotros mismos caemos en esta superficialidad de Navidad, cuando hay algo muy profundo aquí: Dios se hace Hombre, Dios asume nuestra condición humana para que nosotros tengamos acceso a la dignidad, Dios es el Salvador”.
“¿Y de qué nos salva? nos salva de lo que nos impide amar, porque no hay sufrimiento más grande para un ser humano que no amar y no ser amado, porque esa es nuestra vocación fundamental”, destacó.
Es así que “la salvación nos restituye nuestra condición de hijos de Dios y nos permite vivir según el bien. La salvación hoy se hace presente en nuestra vida y podemos cambiar (…) Por eso este día es muy importante para cada uno de nosotros, por eso es que el Papa decía algo tan maravilloso: Hagamos de nuestro corazón un pesebre para que entre el Niño Jesús y sea nuestro rey”.
Finalmente, llamó a la comunidad a vivir el mandamiento del amor ahora, pues “es el cambio que tanto necesitamos. Ese es el cambio que nos va a permitir vivir con alegría. Pero ese cambio es imposible si no reconocemos a Jesucristo como el Hijo de Dios y sobre todo, que hemos recibido gracia sobre gracia. Esa gracia de Dios es la que nos va a permitir vivir según su voluntad y por supuesto encontrar lo que tanto nos cuesta, que es la felicidad”.