Las consecuencias del confinamiento y la crisis sanitaria han calado hondo en nuestro país. Tras varios meses de educación a distancia, cada vez más alumnos están dejando de comunicarse con sus profesores. Por lo que afirman los expertos, es una reacción esperable debido a las dificultades de conexión y aprendizaje, a lo que se suma la falta de motivación. Esto hace que el abandono de los estudios sea una opción.
Hace algunos días escuchamos al Ministro de Educación, don Raúl Figueroa, quien señalaba que otro efecto de esta pandemia es la deserción escolar. Estimaciones de dicho ente gubernamental cifran en 81 mil los escolares que podrían abandonar el sistema, número que sin duda es preocupante y pone de manifiesto un problema ya existente, que recrudeció con la pandemia.
La situación se ve agravada debido al complejo escenario que atraviesan las familias. Factores como el hacinamiento, un ambiente de vulnerabilidad, carencias económicas, falta de conectividad y un bajo capital cultural, tienen mucha incidencia a la hora de apoyar adecuadamente a los estudiantes, permitiéndoles continuar de buena forma con su proceso de enseñanza aprendizaje.
En el mes previo a la celebración del día del profesor, y prontos a relevar fechas que nos traen a la memoria la intervención de los próceres que lucharon por nuestra independencia, bien vale la pena destacar la misión de los maestros. Precisamente Monseñor Fernando Chomali insistió en la importancia de su labor, en el marco del reciente seminario web sobre priorización curricular. “Hoy, ser profesor es ser héroe. Felicito a quienes, con tantas dificultades, con problemas técnicos, sacan adelante los cursos. Y de manera especial felicito a los profesores de religión porque hay miles de niños a los que en su casa no se les transmite la fe, no tienen acceso a la parroquia, no van a colegios católicos y el único espacio donde se les hacen preguntas que remiten a Dios son las clases de religión. Si la educación ya tiene sus propios problemas, cómo sería si no tuvieran los alumnos ese espacio de hablar, mostrar a Dios y hablar en nombre de Él”.
La vocación de profesor se ve desafiada frente al actual escenario de deserción escolar, ya que requerirá siempre un mayor compromiso y atención para cada uno de los estudiantes, con el fin de motivar y acompañar más allá de la entrega de los contenidos propios de la clase. En esto, el rol de los padres de familia también es primordial, ya que son ellos quienes deben motivar a sus hijos para crear rutinas y seguir siempre con responsabilidad las clases online, siendo partícipes de las actividades y permaneciendo atentos a los llamados de los profesores para afianzar el contacto con la escuela.
Además, nuestros obispos han señalado en diferentes documentos que “la educación es un bien público que debe ser valorado y cuidado por todos los ciudadanos. De la calidad de la educación depende la calidad de vida, la superación de la pobreza, el nivel cultural y la nobleza de las relaciones humanas de un pueblo”. Estas palabras, sin duda, nos llevan a recordar también al Papa Francisco, quien señala que en esta barca nadie se salva solo. Precisamente, la barca de la continuidad de los estudios se ve amenazada por la deserción escolar, y para hacer frente a esto urge una alianza fuerte y constante entre profesores y familias.
Oremos para que, con unidad, seamos capaces de superar los problemas y trabajar en favor de una mayor motivación de los estudiantes; con fraternidad, demos cuenta de una acogida y presencia que sea ejemplo de una educación humanizadora y, finalmente, con solidaridad, seamos capaces de ponernos siempre en el lugar del otro. Sólo así podremos responder a las necesidades más urgentes, sirviendo como lo haría Jesús.
Adriana Fernández Álvarez
Delegada Episcopal para la Educación
Iglesia de Concepción – Chile