¿El silencio de María?

Hace unos días hemos iniciado el mes de María, en circunstancias radicalmente diferentes a otros años. Durante “este mes bendito” los aforos de nuestros templos o espacios comunitarios se han reducido al mínimo, por precaución, cuidado e incluso temor, muchos prefieren mantenerse en sus hogares, pienso sobre todo en las personas mayores que tradicionalmente procuran cultivar y testimoniar la devoción mariana participando activamente de las celebraciones. Para evitar contagios masivos, las grandes celebraciones multitudinarias del día 8 de diciembre se han suspendido de manera presencial. Todos estos acontecimientos ¿se pueden interpretar como el silencio de María?

El lema elegido para este mes de María 2020 ha sido: “Ahí tienes a tu Madre” (Jn 19, 27), texto que se encuentra en una de las escenas cruciales de la vida de la Madre de Jesús: María se encuentra al pie de la cruz, en silencio, compartiendo los dolores y entrega de su Hijo por la salvación del mundo, haciendo carne la profecía expresada mucho tiempo antes por el anciano Simeón: “Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y como signo de contradicción- ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!” (Lc 2, 34- 35).

El silencio se define como abstención de hablar, falta de ruido, en síntesis se presenta como ausencia de sonido o falta comunicación… Al volver nuevamente nuestra mirada sobre María al pie de la cruz y contemplarla en su silencio nos podemos dar cuenta que el silencio de María no es de ausencia, todo lo contrario, es un silencio de presencia, de comunión que le permitió participar, acompañar, estar con todo su ser en la pasión de su Hijo, un silencio, además, que la condujo a la consumación de su propia vocación expresada en su fiat: “Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38).

Como podemos apreciar, María vivió en silencio la pasión de su Hijo, es un silencio un tanto paradójico en cuanto que está colmado de historias, de palabras, de sensaciones, de afectos, de amor, fe y esperanza. El silencio de María al pie de la cruz es como un cofre lleno de tesoros que siempre guardó y meditó en su corazón (Lc 2, 19) y que se abren en este momento como ofrendas junto a la gran ofrenda de su propio Hijo.

Aprovechemos este mes de María diferente, contemplemos a la Madre de Jesús participando en silencio de la pasión de su Hijo en el hoy de la historia, sobre todo ante personas que sufren por diversos motivos, una vez más, Jesús les dice: “Ahí tienes a tu Madre” y a María: “ahí tienes a tu hijo”, no estemos huérfanos, especialmente en las condiciones difíciles que nos tocan vivir, acojamos a María en nuestra casa (Jn 19, 27).

 

P. Bernardo Álvarez Tapia
Rector del Seminario Metropolitano

Publicado el: 21 noviembre, 2020