Saludo de los dos electos Obispos Auxiliares de la Arquidiócesis de Concepción

Un gran saludo a cada uno de ustedes.

En primer lugar, quiero agradecer a Dios por el don de la vida, la vocación al ministerio sacerdotal y ahora por este regalo tan inmenso, que -sin merecerlo de mi parte- por medio de su Iglesia me llama al servicio episcopal.

Quiero agradecer al Santo Padre, el Papa Francisco, por la distinción que me ha hecho, fijándose en mi humilde persona.

Quiero agradecer al Señor Nuncio Apostólico, Mons. Alberto Ortega Martín, por ser puente del anuncio e invitación del Santo Padre.

Quiero agradecer de forma muy particular a nuestro Arzobispo, Mons. Fernando Chomali Garib, por la confianza que siempre me ha tenido y hoy, de forma especial, por haberme propuesto al Santo Padre como uno de los posibles a ayudarlo más de cerca, en el servicio a la Iglesia de la Santísima Concepción, como su Obispo Auxiliar. Gracias por tal confianza y él sabe que cuenta siempre, cómo ha sido hasta ahora, con mi total disponibilidad y generosidad, para servir al pueblo de Dios, en la humildad y sencillez.

Soy consciente de la misión que asumo y de mi indignidad, algo que nunca pensé, ni lo busqué, sólo siempre dispuesto a servir donde el Señor allí lo quisiera.

Soy consciente de que hay personas muchísimo más preparadas a todo nivel y más dignas que yo para asumir el servicio del episcopado.

Confío en la acción de Dios y en que su obra la llevará a término en este pobre siervo, que desea ser siempre un pastor con olor a oveja, muy cercano al pueblo de Dios, mostrando un Cristo vivo, que manifiesta su misericordia y su amor por cada ser humano.

Quiero saludar al presbiterio de nuestra querida arquidiócesis, sacerdotes diocesanos y religiosos, a los seminaristas y a los diáconos permanentes.

Quiero saludar a los religiosos y religiosas, e institutos de vida consagrada.

Expresarles mi cercanía y deseo de seguir caminando juntos, con alegría y generosidad, como lo he hecho hasta ahora. Que sepan que cuentan con este humilde servidor.

Quiero saludar a todo el pueblo de Dios, de nuestra querida arquidiócesis, expresarles también que cuenten con mi persona, cercanía y servicio.

A cada uno de los que mencioné, quiero por último pedirles me acompañen con sus oraciones, me corrijan si me equivoco, me apoyen en el camino para que pueda ser siempre el pastor que Cristo espera de mí, que la Iglesia espera de mí y que el pueblo fiel espera de mí.

Un pastor con olor a oveja, buscando siempre vivir las verdades del Evangelio, unido al magisterio del Santo Padre, a la Iglesia y al Obispo titular de la Arquidiócesis.

Con la verdad, en la caridad y misericordia.
Un abrazo para todos en Cristo Jesús y María Santísima.
P. Óscar

Saludo en nuestro Canal del Youtube

 

 

Quiero dirigir este saludo en el nombre del Señor Jesús al Pueblo de Dios que peregrina en nuestra querida Arquidiócesis de la Santísima Concepción, a cada una de las comunidades que dan vida y hacen presente el anuncio del Evangelio en las ricas y diversas realidades que constituyen nuestra Iglesia diocesana.

El Papa Francisco, en la persona del Señor Nuncio Apostólico, Mons. Alberto Ortega, se ha comunicado conmigo días pasados para expresarme su llamada al servicio pastoral como Obispo Auxiliar de Concepción y colaborar en el ministerio de nuestro Arzobispo Mons. Fernando Chomali Garib.

Con espíritu de fe y de humildad he dejado resonar en mí la invitación que el Señor me ha hecho a través de los pastores de la Iglesia, ciertamente, reconozco lo grande de la llamada, más aún en los tiempos que nos toca vivir como Iglesia y sociedad, frente a mi pobreza y fragilidad, no obstante, después de un tiempo de oración y discernimiento he reconocido la voz del Señor que me animaba, entrando una vez más en la barca de mi vida, parafraseando las palabras del Papa: lo reconozco como el Señor de las sorpresas […], cuando no tenemos nada que ofrecerle, entra en nuestros vacíos y los llena con su presencia. (Angelus, 06 de febrero de 2022)

Quiero entonces con humildad acoger al Señor en la barca de mi vida y remar mar adentro (Lc 5, 4) junto con las comunidades, con mis hermanos presbíteros, muchos de ellos me conocen desde antes de entrar al Seminario, con las religiosas y religiosos, con los diáconos permanentes, con los jóvenes, con tantos hermanos y hermanas que trabajan con gran celo por el anuncio del Evangelio, con quienes peregrinan día a día en medio de las adversidades e incertidumbres en las grandes ciudades, en el campo, en las caletas, en la zona del carbón, en la querida Vicaría de Arauco y en cada uno de los rincones de nuestra histórica arquidiócesis. Pienso también de manera especial en tantas personas que han visto perjudicadas sus vidas por causa de nuestras infidelidades al gran don de Dios que hemos recibido en la vocación, con sincero dolor y arrepentimiento queremos reparar el daño causado y seguir afianzando sendas de verdad y de justicia.

Agradezco al Papa Francisco, a Mons. Alberto Ortega, a Mons. Fernando Chomali por esta llamada a compartir el pastoreo que realizan en el nombre del Señor. A mi familia, por su fidelidad y cariño, siempre han sido una escuela de fe y de amor en la que puedo renovar constantemente mi propia entrega con total libertad. A las comunidades que me han visto crecer, especialmente, a mi parroquia Santa Cecilia de Talcahuano y sus comunidades, recordar a los queridos padres Carlos Puentes Q.E.P.D y Arnoldo Vega Q.E.P.D, ambos de feliz memoria, quienes, con su alegre y generosa entrega, aun en medio de grandes adversidades históricas, nos mostraron a muchos el gran valor que tiene una vida entregada en el ministerio sacerdotal.

Con gran cariño agradezco a la parroquia y santuario San Sebastián de Yumbel, San José de Tomeco, San Luis Gonzaga de Rere y Santa Filomena de Cabrero, a sus comunidades, a los sacerdotes, religiosas, diáconos, agentes de pastoral, al colegio Instituto San Sebastián, al Centro de detención preventiva, al Hospital de Yumbel y tantas personas que me han formado como sacerdote, siempre les he llevado en el corazón y la oración. A la Comisión Nacional de Santuarios y Piedad Popular, quienes me han mostrado en sus diversas y ricas expresiones un modo original y fecundo en el cual se encarna la fe en Cristo.

En este último tiempo agradezco a la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, por su testimonio de entrega y disciplina en la reflexión, por la búsqueda constante de la verdad y la justicia, por procurar el diálogo entre la fe y la cultura actual. A las comunidades que pude acompañar en Santiago, sacerdotes, religiosas y personas con quienes compartí en mi estadía en esta arquidiócesis hermana.

Finalmente, agradezco a la parroquia San Pablo de Chiguayante, al padre Gustavo Sterkens, sus comunidades, a la capilla San Patricio, al colegio Instituto de Humanidades de Chiguayante por su gran acogida y carisma en el servicio.

Agradezco al Seminario Metropolitano de Concepción, a los hermanos sacerdotes con los que he trabajado desde mi llegada en 2020, a los seminaristas, a los profesores y profesoras, al equipo de psicólogos, al personal y a las personas que rezan por las vocaciones.

Que Dios les bendiga y la Santísima Virgen Inmaculada les ampare.
En el Señor,
P. Bernardo

 

Saludo en nuestro Canal de Youtube

 

Publicado el: 23 Febrero, 2022
© Arzobispado de Concepción