El R.P. Erwin Montoya del Campo, perteneciente a la Orden de los Padres Carmelitas Descalzos, llegó a la Arquidiócesis de Concepción para apoyar el servicio pastoral en la Parroquia Sagrados Corazones de Talcahuano y, además, cumplirá la labor de Vicario Parroquial en Nuestra Señora de Guadalupe de Hualpén.
Nació en Curanilahue el 19 de julio de 1968 y en 1990 ingresó a los Padres Carmelitas Descalzos, que es una congregación de vida contemplativa y apostólica. Realizó su formación en el Seminario Pontificio Mayor de Santiago y luego efectuó una especialización en Espiritualidad en España.
Fue ordenado sacerdote el 19 de marzo de 1998 y durante estos 25 años ha desempeñado una importante labor como Rector del Santuario de Santa Teresa de Jesús de los Andes y posteriormente como Superior Provincial de los Padres Carmelitas Descalzos de Chile.
“Ahora estoy aquí, en esta Arquidiócesis, prestando el servicio que Dios me pide. Desde lo más profundo del corazón, doy las gracias especialmente a Monseñor Fernando Chomali, a Monseñor Bernardo Álvarez y a Monseñor Oscar García, y también a todo el clero por permitirme vivir esta hermosa experiencia”, afirmó el Padre Erwin.
En ese contexto, comentó que ha podido conocer a las comunidades de Sagrados Corazones y de Nuestra Señora de Guadalupe, donde “la recepción de la gente ha sido muy acogedora”. Además, señaló que en la zona “se respira, ante todo, la necesidad de Dios, la búsqueda de Dios y creo que eso es bien importante destacarlo”.
En relación a prestar este servicio en la Iglesia diocesana, el Padre Erwin afirmó que “si el Señor te llama, tú no puedes tener los dones y talentos solamente para ti, sino que -muy por el contrario- tienes que ser capaz de descubrir la moción del Espíritu Santo, es decir, hay un llamado también, es un discernimiento, no es algo así tan apurado, hubo un año de decantación de lo que significa este camino”.
Tal como se mencionó anteriormente, el Padre Erwin Montoya asumirá como Vicario en la Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, cuyo Párroco, el Padre Luis Rifo, falleció el pasado 16 de marzo.
“Por lo que veo fue un sacerdote muy entregado, prestó servicio en la Arquidiócesis en distintos ámbitos y la gente manifiesta todavía mucho cariño, mucha emoción cuando lo nombra”, comentó.
Ante el desafío de acompañar a esta comunidad, sostuvo que “siempre es bueno poder decir que un sacerdote presta un servicio, anima al pueblo santo de Dios y como pastor se proclama siempre a Jesucristo, porque no es la persona, sino que es Jesús quien mueve el corazón”.
Además, destacó que se trata de “una comunidad que cuenta con muchos adultos mayores, y los adultos mayores tienen esta capacidad de ser muy cariñosos, muy deseosos también de aprender, entusiastas, en todo el sentido de la palabra. Y están muy contentos por saber que ya pueden tener Eucaristías y que las capillas pueden ser atendidas. Es un desafío en equipo con el Padre Pedro Gómez y con el Padre Claudio Placencia”.
“El Padre ya preparó un calendario, entonces yo creo que las actividades se vuelven a retomar y la gente está muy agradecida, porque cuenta con la gracia y el regalo de tener tres sacerdotes. Yo creo que es un lujo en estos tiempos, donde hay mucha necesidad. Y es ahí donde uno vive esta moción de mirar a Jesús y (…) también un proceso de Iglesia, que es una apertura a una sinodalidad, que significa mayor participación de todo lo que es el laicado en todos los ámbitos de una vida parroquial”, enfatizó.
El Padre Erwin recalcó la importancia de que la comunidad ore por sus sacerdotes y sostuvo que “debemos orar también para que el Señor de la mies envíe sacerdotes, religiosos, religiosas, familias comprometidas, para que desde ahí entonces pueda producirse este gran milagro de las vocaciones a la vida consagrada, es decir a la vida del clero diocesano y la vida religiosa”.
En ese contexto, destacó que en la Arquidiócesis existe una conciencia de esto y también “hay un compromiso y creo que eso es muy destacable, hay una participación, un anhelo y un deseo, hay jornadas vocacionales”.
“Creo que lo principal también es cuidar a los sacerdotes. Cuidarlos no significa solamente el alimento, sino que rezar por ellos, saber acompañarlos, ser una familia, bien fraternos. Si muchas veces hay que decir algo es bueno también que uno lo escuche, nos hace bien, siempre nos hace bien”, añadió.
Además, recordó las palabras de Benedicto XVI, “quien siendo Cardenal dijo que la Iglesia será ante todo una Iglesia tal vez más pequeña, pero más fraterna, más orante, más contemplativa, más mística. Es decir, eso significa que hay un camino de volver la mirada hacia Jesús. Creo que esa es la gran misión que uno ve”.
“Necesitamos, obviamente, jóvenes que escuchen al Señor y no se asusten por el silencio. El Señor se da el todo por el todo y siempre nos va a dar las gracias necesarias para perseverar”, destacó.
El Padre Erwin es muy devoto de la Virgen de Guadalupe, del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, por lo que para él haber llegado a estas parroquias no es una coincidencia: “Yo creo que en el lenguaje cristiano no existen las coincidencias, sino que la diosidencias, es decir, es Dios el que habla, el que pone el camino (…) Hay un gran cariño y creo que Dios es el que me trajo”.
En ese sentido, expresó que “Dios es el que trae y así como los parroquianos de Nuestra Señora de Guadalupe le pidieron al Señor, Él otorga lo que le hace falta a la Iglesia. Yo creo que es un llamado a la perseverancia en la vida de fe, un camino de mayor compromiso y santidad, y la santidad es en lo diario, en lo cotidiano, en el trabajo, en la familia, como miembros de una Iglesia viva (…) somos una Iglesia viva que necesita profundamente volver su mirada a la centralidad de Jesucristo”.
En ese contexto enfatizó en la importancia del Santísimo Sacramento, también de “los sacramentos que el Señor nos ha regalado como vida de gracia” y llamó a “apreciar el don de la Eucaristía, que tenemos la posibilidad de celebrarla de forma diaria”, asimismo, “la oración, que es necesaria y no es hacer un discurso intelectual (…) sino estar con el Señor, estar en la presencia de Él y pelarse las rodillas”.
También destacó “la advocación de la Santísima Concepción de la misma Arquidiócesis” e invitó a permanecer “tomados de la mano de la Virgen, rezando el Santo Rosario” y “dar razones de nuestra fe en lo cotidiano de la vida. Eso significa vivir con mucha alegría y expansión. Mientras más orantes más alegres, más dialogantes, más cercanos, más cristificados”.
Finalmente recalcó la importancia de “tener puesta la mirada en Jesús siempre. La centralidad en Jesucristo debe ser lo que motive nuestra existencia, así como en el altar está el Santísimo Sacramento y Jesús es el centro de nuestra vida litúrgica, es el centro de nuestra vida cristiana y desde ahí se despliegan buenos profesionales, buenos matrimonios, jóvenes, que hay que saber entender (…) Hay que saber descubrir cuál es el tiempo de Dios, qué es lo que nos está pidiendo (…) Es un compromiso para todos y hay que vivirlo con mucha alegría y con mucha profundidad”.
Inicialmente el Padre Erwin Montoya permanecerá en la Arquidiócesis por tres años, no obstante sostiene “con alegría en el corazón, que serán los años que el Señor quiera dar”.